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Al hablar de la elasticidad de la demanda y de por qué suben o bajan las empresas el precio de sus productos, el otro día introdujimos el concepto de bienes sustitutivos, es decir, aquellos productos similares al que teníamos en mente adquirir. Si un producto podía ser reemplazado fácilmente por otro, estábamos ante un caso de demanda elástica (sus ventas varían mucho en función de los cambios de precio), mientras que si no existían sustitutivos cercanos se trataba de demanda inelástica (los precios afectan poco al volumen de ventas).
Por ejemplo, aunque queramos un coche, también podemos optar por una moto, una bicicleta o por el transporte público. Las posibilidades que tenemos son muchas y la demanda estará muy influenciada por los precios de venta de cada uno de esos bienes sustitutivos. Por contra, a la hora de comprar productos básicos como el pan, el arroz o la electricidad, no hay alternativas claras, por lo que la gente seguirá adquiriéndolos en cantidades similares aunque los precios suban o bajen.
Pero además de los bienes sustitutivos existen otro tipo de bienes, llamados bienes complementarios, que son aquellos que están relacionados entre sí. Por ejemplo, la venta de coches está muy vinculada al precio de la gasolina, al igual que el precio de la horchata puede afectar a las ventas de fartons.
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